SI NO SE NOMBRA, NO EXISTE, ¿y lo nombrado? 

Miguel Ángel Avilés Castro /    2025-11-01
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Dice que lo que no se nombra, no existe.
La frase se le atribuye al profesor, filósofo, crítico y teórico de la literatura George Steiner.
Lo aclaro porque luego, si no lo nombro, hagan de cuenta que no existe y vaya que sí existía, pues murió a los noventa años.
"El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas, había que señalarlas con el dedo”, narra Gabriel García Márquez, en Cien años de soledad sugiriendo la idea de un mundo nuevo y la necesidad de señalarlo físicamente para darle existencia. En cambio, hay otra expresión la cual advierte que "si lo nombras, lo admites" y hace referencia a la idea de que reconocer algo abiertamente, al ponerle un nombre, implica aceptarlo o confirmarlo. 
" You name it, you claim it” se dice en inglés, pero no los quiero avasallar con mi dominio de ese idioma y no tiene un único autor o inventor conocido así que en un descuido la registramos en coautoría la ministra Yasmin Esquivel y un servidor. Aclaro que esta línea no es creada por un filósofo, o por Ricardo Arjona o Natanael Cano o  un lingüista o el poliglota López Dóriga. Mas bien es un dicho cuya autoría se atribuye a la sabiduría popular y se utiliza en diversos contextos que ahorita no los voy a explicar.
Mejor continuemos ya que lo que me interesa esta vez es destacar esa contradicción a través de la cual el estado, un organismo político, social o académico, por un lado niega la práctica de algo pero al crear instancias, comisiones, programas o un marco normativo, con ello admite su existencia  
Sí, lo que no se nombra o se silencia no existe o es invisibilizado. Por tanto y para bien , hay que admitir el problema, nombrarlo con todas sus letras para visibilizarlo y enseguida prevenirlo o combatirlo.
Nombrar algo es darle existencia, hacerlo visible, reconocido y real. 
De acuerdísimo.
Porque en tanto no lo visibilicemos con el afán de atacarlo, aquello se normaliza, pero continúa agazapado, haciendo de las suyas y por mientras, los receptores de ese grave problema, habrán de arreglárselas como puedan ya que eso no le corresponde a lo público y siendo tema de una vida privada nadie más se habría de meter.
Así era el pensamiento de antes….Aunque ya no se si nada mas de antes.
Pero eso lo averiguaremos y lo visibilizaremos en otra ocasión ya que ahorita el asunto que me tiene y me entretiene aquí es otro y paso a decírselos:  la frase "si lo nombras, lo admites" hace referencia a la idea de que reconocer algo abiertamente, al ponerle un nombre, implica aceptarlo o confirmarlo.
Según mi profesionista en psicología  de cabecera, el nombrar o ya de perdida verbalizar un problema diciendo que se padece o se vive , ya sea una adicción, un miedo, una relación tóxica o tener como equipo favorito al Cruz Azul o admirar a Noroña o aplaudirle a Taibo por lo que dijo ,  es el primer paso para aceptarlo y poder enfrentarlo . Dejar de ignorarlo y verbalizarlo es un acto de reconocimiento y sinceridad. Por tanto, al confrontar el problema y llamar a las cosas por su nombre puede ser difícil, ya que significa admitir la realidad de la situación, por fuerte o dolorosa que sea. 

Quiere decir que, al nombrar algo, se le da una identidad y se confirma su existencia, lo que puede tener consecuencias en cómo se percibe y se gestiona. 
O sea, nombrar algo hace que deje de existir, mientras que en la frase "si lo nombras, lo admites", nombrar algo lo confirma y le da realidad. 
Eso está muy bien para quienes, metidos en un torbellino de calamidades a lo que los llevó el problema, ese que de antemano reconocen y confiesan que lo viven, piden auxilio y buscan ayuda en donde sea, porque lo siguiente es la muerte, la cárcel, un divorcio, o una temporada de seis meses en la clínica Yireh.
Pero que tal con un gobierno, o un organismo político, social o académico, que por un lado niegan la práctica de algo, pero al crear instancias, comisiones, programas o un marco normativo, con ello admite su existencia.
Para fortuna los Estados Unidos Mexicanos, desde Guadalupe Victoria a la fecha, pasando por el sexenio de Felipe Calderón y todos esos treinta y siete años de época neoliberal más la nacionalista decena de años de Luis Echeverria Álvarez y José López Portillo, jamás han actuado así, con esa hipocresía y ahora menos que existe inquebrantablemente el cero tolerancia a la impunidad.
Se los juro por Ignacio Ovalle Fernández que es así y así fue .
En cambio, hay naciones tan lejos de mi mano izquierda (y de mi querido país, libre ya de tanto pasado malas mañas) como Liliput, Isla de Pascua, Lontananza o Tristian de Acuña que desde tiempos memoriales e inmemoriales denegan o desmienten todo cuanto se les acusa, pero a la par crean esto y lo otro para prevenir y combatir lo que en todo foro y micrófono que le ponían enfrente lo negaban.
Si les decías que había represión, desaparecidos e incomunicados, se victimizaban como un gobierno calumniando, pero resulta que tiene una Comisión Nacional de Derechos Humanos y una en cada estado de la República. 
También , si denunciabas que alguien había sido víctima de tortura o que al menos lo habían dejado como al Canelo en su más reciente pelea, se indignaban descalificando  a quien hacían la acusación diciendo que es un invento y sin embargo el fenómeno está contemplado en la Constitución Política, la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o degradantes (publicada en 2017), y la Ley Federal para Prevenir y Sancionar la Tortura ,más los tratados internaciones .
¿Si o no, pues?
Es obvio que si la hay pero son capaces de negarlo todo y salir a declarar: “no hay pero tenemos ese largo compendio de leyes, por si acaso.
Igual ha pasado con lo que se ha dado a llamar la lucha contra la anticorrupción pero cuando se aborda el asunto, el estado - no el gobierno en turno -se ofende diciendo que eso terminó y que lo denunciado es un invento y que, para fortuna, se logró extinguir a ese flagelo como lo es el uso indebido del servicio público.
Pero si así fuera, es decir si ya no hay corrupción, entonces por qué demonios no desaparece el Sistema Nacional Anticorrupción de México, o SNA, la instancia descentralizada que coordina a las autoridades gubernamentales a nivel federal, estatal y municipal para castigar, prevenir e investigar la corrupción en México, tanto la corrupción política como la pública y la policial. 
Así pudiéramos citar un montón de ejemplos
 Lo insólito a lo que se ha llegado es , primero, niegan los abusos o excesos de poder, mas adelante nace una o mas leyes para prevenir y combatir ese exceso y posteriormente, la desvergüenza de estado: honra o entrega un premio o una medalla a personajes que ha luchado en defensa de los derechos humanos y han sido victimas de quien ahora las galardona.
Asi tenemos el Premio Nacional de Derechos Humanos, organizado por la CNDH. También se otorgan premios como el Premio Franco-Alemán de Derechos Humanos Gilberto Bosques y el Premio Breach / Valdez de Periodismo y Derechos Humanos, entre otros.
Conste que yo no lo dije, pero es muy cierto:
"La verdad que se nombra, es la verdad que se enfrenta"."Si no se nombra, no existe; pero cuando lo nombras, lo aceptas".
Estoy hablando de la incongruencia de tal o cual país, el que sea, pero que niega la existencia o la prevalencia o la incidencia de un fenómeno y resulta ha creado un sin numero de instituciones o figuras con miras a terminar con eso que se resisten a reconocer. Pero estos disparates también se presentan en meros programas de gobierno, en secretarias, en instancias locales e incluso en centros académicos.  
Ya para finalizar, les pondré otros ejemplos, pero prométanme que no se van a reír.
“Di no a los coyotes” reza un letrero, a la entrada de una oficina, donde se tramita la visa para ir al país vecino y entiendo que es una advertencia que lleva a cabo la instancia respectiva, con respecto al “coyotaje”, nomás que, al mismo tiempo, legítima su existencia y, sin combatir los males, reconoce que existe, pero hasta ahí.
Recuerdo aquella instancia puesta en marcha por la Secretaría del Trabajo en el sexenio de Guillermo Padres y que, en la entrada del inmueble donde operaba, se leía :“OFICINA PARA ABATIR EL REZAGO” Este nunca se abatió y dicho rezago, goza de cabal salud, hasta a la fecha, por mas que lo negara en una entrevista y luego lo admitiera tácitamente al abrir esta oficina de primer mundo.
Los que, si se vuelta la barda son los de un colegio de Sonora, considerado como institución pública autónoma de investigación y educación superior en ciencias sociales y humanidades, fundada en 1982, el cual se enfoca en generar conocimiento y formar profesionales que contribuyan al desarrollo y solución de problemas sociales en Sonora y México. De entrada, casi tienen más normatividad interna que tesis o alumnos de posgrado. Exagero, pero tienen a pasto y entre ellos llama la atención el siguiente: “LINIAMIENTOS PARA PREVENIR EL PLAGIO EN TESIS Y TESINAS DE LOS PROGRAMAS DE POSGRADDO DE EL COLEGIO DE SONORA.
Conste: prometieron no reírse ..Pero vaya desconfianza hacia sus investigadores en este centro.
Sí: lo que no se nombra, no existe. Pero al nombrarlo es porque se reconoce que existe .

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