Mi gusto es…(O la otra mirada)
Publicar en:
Samuel Ocaña García
Publicar en:
“Cuando no sepas qué hacer, sé humano”. (Daniel Taroppio)
Supe por primera vez de él despuesito de haber llegado yo a Sonora.
“El Doctor Ocaña” lo mencionaban y sin tanta relevancia para mí en ese momento, me enteré, además, que era el gobernador del estado.
Pero hasta ahí.
Nada me parecía extraordinario ni trascendente. En Baja California Sur, de donde yo venía según por cinco años nomás, también tenía un gobernador y qué.
Asi quiza lo tomé
Eran los mediados de los ochenta y su servilleta aun andaba en la ciudad, como gallina recién comprada, es decir, recién llegado a un lugar extraño que apenas estaba conociendo y volteando para todos los puntos cardinales de lo que sería mi nuevo hogar.
Pero en una ocasión, en colonia Piedra Bola, ahí en la primera casa de las catorce que habité desde mi periodo universitario hasta antes de casarme, escuché que un hijo de la señora que me daba alojo, estaba o se iría a trabajar a un municipio que se llamaba Arivechi.
Me sonó raro, a lo mucho como a la palabra bitachi (la ch mexica, la ch de Sor Juana, de Chespirito, haciéndose presente) el nombre que los sudcalifornianos usan para referirse a las avispas cuya picadura en la panza, cuando un inofensivo animalito de esos está junto a un pozo de agua o en el lavandero de un rancho, duelen casi tanto como duele la partida de un ser humano ejemplar o un amigo.
En ese rato no dije así pero sí pregunté que si pa donde quedaba esa parte de Sonora pero si me lo dijeron, salió la misma pues aparte del puerto de ilusión hacia el norte, tan solo conocía de Topolobampo hasta Hermosillo, no conocía más y orientándome con un “queda cerca de esto o aquello o para la playa o la sierra”, no hubiera entendido nada de nada o menos.
_ “De ahí es el Gobernador” agregó alguien, como para ayudarle tantito a mi cara de ignorancia
_ “Ah ¿el doctor Ocaña?” completé yó, a modo de pregunta, recordando lo poquito que reciente había escuchado y todos pelaron los ojos como si tuvieran frente a sí , a un niño índigo, a un concursante de el gran premio de los 64 mil o un futuro biógrafo de quien estaba a punto de entregar la estafeta a otro Sonorense.
Si, el arraigado hasta el tuétano, incapaz de confundir unas teguas con unas obleas o unas coyotas con unas ollotas, es decir, el de la experiencia y solidez, el que tenía el doble de mi vida entonces, radicando hacía cuarenta años en la capirucha del país, el ingeniero Rodolfo Félix Valdez.
Este último le ganó o “ganó a don Adalberto “El Pelón“ Rosas y Ocaña García, el nacido justo un 7 de septiembre al igual que mi madre, dijo “a otra cosa mariposa” y no se fue, hasta donde puedo saber, a una Quinta, allá muy lejos para seguir en el poder ni huyó de México , ni fue procesado sino que haciéndose a un costado , dejó que su vigoroso sucesor, hiciera lo suyo.
El proveniente de una familia de escasos recursos y ex obrero en una maquiladora textil, miembro fundador del primer sindicato de textiles en el estado, ignoró pa donde agarró en esos días, al fin y al cabo, ni era yo su biógrafo como aquella familia creyó, ni a mis casi veinte años tenía la conciencia para dejarme de prejuicios, averiguar más sobre su ejercicio de gobierno y reconocer al que vale.
Del hombre del que les habló, años atrás había logrado egresar como médico, nada fácil, siguió estudiando, ingresó al Instituto Nacional de Neumología, y se especializó en neumología y cirugía del tórax al tiempo que comenzaba a impartir clases en UNAM.
Cual si fuera poco y como si le sobraran horas, no se afilió al partido en el gobierno a la fácil o al llamado partido oficial, para luego a los años venir a decirnos que eres de izquierda, sino que en esas fecha, en donde ser de izquierda significaba incluso arriesgar tu vida, inició una carrera política al ingresar al Partido Popular Socialista, el cual era dirigido por Vicente Lombardo Toledano e inició participaciones en distintas actividades del partido, reivindicándose como marxista, pero se retiró de éste durante unos movimientos de huelga de mineros de Coahuila en el D.F. , en tanto que dicho partido después recibió las respectivas críticas por su coqueteo con el PRI, nomás que eso es cuento aparte.
Ignoro si eso fue decisivo, pero, el aficionado a la baraja, al pan de maíz quebrado y a otras cosas mundanas de dicha y placer, en 1961 regresó a Sonora, específicamente a la ciudad de Navojoa y ahí mérito inició y dirigió el Hospital Regional de Neumología y Cirugía del Tórax y también impartió clases de biología en la Universidad de Sonora, campus Navojoa.
Terminado el sexenio fue nombrado delegado en Sinaloa, y enseguida subsecretario de la Reforma Agraria, para regresar a Sonora y ser director del Centro Ecológico durante el sexenio de Manlio Fabio Beltrones, el cual, por cierto, se fundó durante su gubernatura (me refiero a jardín zoológico no a Manlio).
Posteriormente, en el año de 1997 se postuló como alcalde en su natal Arivechi y ganó. En los años recientes fungió como rector de la universidad de la Sierra, y claro, en Hermosillo en más de una ocasión madrugó para tomarse varias tazas de café en el mercado municipal o irse a cortar el pelo a la peluquería de siempre o visitar una librería o departir con la familia y amistades.
Cuando lo consideró necesario también alzó la voz. Ahora nomas recuerdo una: aquella ocasión cuando durante el sexenio de Eduardo Bours trascendió que el reconocido Internado Coronel J. Cruz Gálvez, obra del entonces gobernador Elías Calles al expedir el 29 de octubre de 1915 el decreto número 12 en Agua Prieta, Sonora, y el cual ha brindado estudios y un hogar a cientos de niños y niñas en sus más de cien años de servicio, podía ser demolido o reubicado para que esos amplios terrenos de alta plusvalía quedaran, se dijo, en manos de la familia Coppel.
Sin embargo, citaba el periódico La Jornada en aquel entonces “..el edificio que alberga el internado tiene algo más que valor económico: forma parte del Catálogo de Edificios Históricos de la Nación. Por su condición, el ex gobernador Manlio Fabio Beltrones emitió durante su mandato un decreto que impide no sólo tirarlo, sino siquiera modificar la construcción”.
Esto y más pudo argumentar el doctor Samuel Ocaña en esa oposición y también, que él había vivido ahí y sabía de la generosidad de su función.
Obvio, nunca faltan los acomedidos que más que serviciales, son serviles y queriendo quedar bien con su jefe, un personaje de cuyo nombre no quiero acordarme como tampoco jamás se acordará la historia, publicó una carta no para desvirtuar los razonamientos de Don Samuel, sino para descalificarlo y ofender a su persona tal como lo haría con su lenguaje un ñero embrutecido cuando estuvo a punto de ser atropellado por un microbús en la ciudad de México.
Ya no sé si suene a lugar común o tenga que estarse diciendo porque la memoria colectiva a veces es muy corta pero entre el titipuchal de logros de Don Samuel Ocaña, destaca la instalación de la planta Ford en Hermosillo, la creación de instituciones como Radio Sonora, Telemax, el Colegio de Sonora, el Centro de Usos Múltiples (CUM) en Hermosillo y el Cesues, hoy Universidad Estatal de Sonora (UES) y otros y otros más que atinadamente destacó recientemente el diputado Oscar Ortiz en la tribuna del congreso del Estado.
Como les dije al principio, yo apenas iba llegando a esta que por adaptación ya también es mi estado y en ese primer lustro de los años ochenta, casi un impúber aun, quizá arañando apenas mi mayoría de edad poco me pude enterar en verbo presente de lo que él hacía por diversas razones que no vienen al caso pero si en su gabinete tuvo, entre otros, al brillante abogado, maestro y amigo, Francisco Acuña Griego como Procurador General de Justicia, es porque, sin hacer mucho alarde, le apostaba a la honestidad y al servicio público de calidad.
De lo que no consiguió hacer, lo escuché una tarde de sábado de su propia voz y era un museo sobre María Félix en el Quiriego o por esos rumbos, pensando en todo la atracción turística y cultural que esto lograría exhibiendo ahí la ropa, fotografía, películas y demás de la actriz Sonorense. Se lo propuso a La Doña y esta aceptó. Pero quien ya no aceptó fue el doctor cuando ella le pasó la lista de los invitados que quería que estuviera en la inauguración, traídos de todo México, de Francia y del mundo entero. Nomás en los pasajes se hubiera ido toda la inversión o algo así comentó Don Samuel, y con una risa de por medio, siguió comiendo un elote cocido.
Lo recuerdo un tanto con alegría y un tanto con nostalgia pues hará unos cuantos años, a invitación de su sobrino Manuel, tuve el privilegio de departir con Don Samuel y otros destacados amigos de su generación o más jóvenes, en un lugar cercano a Hermosillo, en donde siempre no han atendido con inmejorable hospitalidad, no sin dejar de haber comida, bebida, música, poesía y mucha plática.
Él y otros de la vieja guardia de diversas ideologías me hicieron pasara a ese corredor y me trataron como si en verdad yo sirviera para algo.
Fue, ha sido y será un deleite estar ahí y escucharlos. Yo, por parte, he contribuido con mi silencio. Frente a la talla de los demás personajes, creo que es mi mejor aporte
Fue ahí, en una rústica banca en donde en noviembre de 2023, platiqué un rato más con Don Samuel Ocaña García, no el infalible, sino el hombre mortal como todo ser lo es.
Al rato nos dimos la mano y nos tomamos una foto.
Esa que conservaré para siempre.
Opiniones sobre ésta nota