El “parto de los montes” en el Zócalo

Alberto Vizcarra Ozuna /    2025-03-12
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            Los montes rugieron con estertores de parto, pero solo parieron un ridículo ratón. Es la referencia hecha por Horacio a la fábula de Esopo para señalar la promesa de acontecimientos importantes que terminan perdiendo significado y trascendencia. Nada lejos de lo que ocurrió este domingo 9 de marzo, cuando el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo, convocó a una histórica concentración, donde se esperarían medidas extraordinarias frente a la desorbitada guerra arancelaria del gobierno de Donald Trump contra México.

            Como ya se hecho costumbre, después de las amenazas Trump levantó el teléfono y habló con Sheinbaum. El resultado de la llamada es que el gobierno norteamericano vuelve a dar otro mes de espacio para mantener observado al gobierno de México en seguimiento a los logros que tenga en la lucha  contra el crimen organizado y el desmantelamiento de la “maquila de fentanilo” en que han convertido al país en los últimos seis años. La llamada ocurrió previo a la concentración en el Zócalo, la presidenta tomó un respiro y matizó que el acto se realizaría, pero como una fiesta. A fin de cuentas un mes es un mes.

            En apuesta a la ingenuidad de sus seguidores, el gobierno de Sheinbaum, presume tener oculta una serie de opciones  a las que ha denominado b, c, d… para ambientar la idea de que se cuenta con una estrategia frente a la incertidumbre que plantea la conducta de Trump. Lo que queda advertido, por los discursos de la presidenta, es que dicha serie estaría inscrita dentro de la cardinalidad que imponen los criterios neoliberales que rigen la política comercial del TLCAN-TMEC.

            Y en ese tono se condujo el discurso de la presidenta en el Zócalo. Una reivindicación y apología a la firma de los tratados comerciales que durante los últimos treinta años han dominado la relación económica de México con los Estados Unidos. La presidenta fue más allá, y en seguimiento a lo sostenido por el gobierno de López Obrador, le propone al gobierno de Trump hacer un tratado de libre comercio que se extienda por toda América Latina, para conformar una plataforma geopolítica de competencia contra la emergencia de los mercados asiáticos y otros. Ofertarle esto a los países de centro y Sudamérica, es un contrasentido, una vez que se revisan los saldos desastrosos que tales políticas han tenido sobre la economía de México y de los mismos Estados Unidos.

            En el esquema de relocalización de empresas, durante estas décadas, los Estados Unidos han sufrido un sistemático proceso de desindustrialización, que Trump pretende revertir con una desarticulada política arancelaria. Y México terminó como enclave de estas empresas que emigraron en busca de mano de obra barata y de servicios e insumos subsidiados para bajarle costos a los corporativos que atienden el mercado de consumo de los Estados Unidos. En tal esquema perdió la economía física de México y la de Estados Unidos, pero no así el sector financiero que está por encima de la ecuación comercial de ambos países, beneficiado con las políticas que determinan el valor económico en razón de la especulación financiera y la renta monetaria.

            No deja de ser desconcertante que en su discurso la presidenta Sheinbaum, apele a la intimidad histórica compartida entre ambas naciones y compare los grandes momentos de la relación Lincoln-Juárez, como los de la relación Roosevelt-Cárdenas, con la firma del TLCAN-TMEC. Hay una incompatibilidad absoluta entre la intencionalidad anticolonialista de aquellas relaciones con los propósitos que gobiernan los acuerdos comerciales de los últimos treinta años. Cuando en la época de Juárez la alianza se forjó para repudiar la “deuda odiosa” de la banca británica y europea; y en el período Cárdenas-Roosevelt para respaldar la nacionalización del petróleo en contra de los intereses financieros angloamericanos.

            La alianza del siglo XIX entre los Estados Unidos y México, evitó la fragmentación territorial del país y la alianza  entre Roosevelt y Cárdenas sentó las bases para el proceso de industrialización que México mantuvo hasta 1982. Los acuerdos TLCAN-TMEC se instrumentaron para revertir esos impulsos históricos, acarreando una fragmentación económica de la nación, desindustrialización sistemática, éxodo de millones de mexicanos a los Estados Unidos, estancamiento económico y desempleo; expansión de la economía informal y una creciente dependencia alimentaria.

 

            El momento en el Zócalo, ofrecía la oportunidad para que la presidenta proyectara un replanteamiento conceptual de la relación de México con los Estados Unidos -fuera de los axiomas colonialistas que han conformado la asociación comercial de los últimos treinta años- y la incursión en nuevos acuerdos económicos en plataformas como el BRICS que ofrecen la oportunidad de la realización de obras de infraestructura para incrementar las potencialidades productivas del país. La presidenta desaprovechó el momento y decidió anunciar el nacimiento de un ratón.

 

Desde el Valle del Yaqui, Cd. Obregón, Sonora                     12 de marzo del 2025

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