Mucho de verdad y mucho de mentira
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Unos dicen que terminó siendo la marcha de ‘las tías panistas’ y por tanto, una pirotecnia del conservadurismo en desuso; otros que fue el despertar de México y que el régimen debe estar temblando ante la insurgencia ciudadana.
Algo de verdad y algo de mentira hay en ambas posiciones. Mucho de hipérboles y muy poco de autocrítica en tanto se asuman desde las respectivas militancias.
El análisis de la coyuntura requiere menos visceralidad, victimización y autocomplacencia y más introspección en las respectivas vocaciones democráticas.
El gobierno jugó bien sus cartas porque tiene milimétricamente medida a una oposición que es real, existe y se manifiesta; levanta banderas legítimas con demandas urgentes como son: una mayor eficacia en el combate al crimen organizado que no solo está cobrando vidas, sino afectando gravemente algunas actividades productivas; crisis en el sector salud, especialmente en el abasto de medicinas y, entre otras cosas, viejas prácticas que no terminan de irse: corrupción, nepotismo, indolencias, o derroches y excesos que no tienen nada que ver con cartillas morales ni austeridades republicanas.
Exorcizar esos males agitando la bandera de la conjura internacional de la ultraderecha al modo en que AMLO sacaba el pañuelito blanco par predicar el amor y la paz puede servir para alimentar la autocomplacencia que da el mayoriteo, pero no borra las agendas irresueltas.
¿A qué me refiero cuando digo que el gobierno tiene milimétricamente medida a la oposición?
Lo ilustro con un ejemplo: el impresionante dispositivo de seguridad comenzado a construir tres o cuatro días antes de la llamada marcha de la Generación Z tuvo el objetivo de inhibir, desalentar la asistencia a la marcha. Las vallas metálicas y de concreto rodeando los edificios icónicos del Centro Histórico en Ciudad de México no eran solo para evitar que fueran dañados, sino para generar la percepción de que algo muy grave podría ocurrir, que habría muertos y heridos, violencia y sangre, disparos y golpes. La oposición mordió el anzuelo y asumió que la presidenta Claudia Sheinbaum estaba tan aterrorizada por la insurgencia de la Generación Z que había preparado otro 68, con francotiradores en las azoteas, ‘halcones’, el ejército listo para disparar…
La mitad de la ‘Marea Rosa’ que en el mejor momento de efervescencia política por la coyuntura electoral y el tema de la reforma judicial en 2024 llenaron por primera vez el zócalo, esta vez decidió quedarse en casa por una sencilla razón: no están forjados en la lucha callejera donde, como reza la consigna, vencerá la clase obrera. Antes bien, son la gente que suele manifestar su descontento haciendo sonar los cláxones de sus autos -algunos de alta gama- cuando se les atraviesa una marcha de ‘huevones y desarrapados’ en sus trayectos cotidianos.
No lo estoy inventando: el 80% de los asistentes al zócalo permanecieron replegados cuando el ‘bloque negro’ hizo lo suyo: derribó vallas con esmeriles, marros, martillos y lo que tuvieron a la mano. A patadas y petardazos se enfrentaron con la policía que resguardaba Palacio Nacional y desataron la violencia; hubo acción y reacción, madrazos y corretizas, gases lacrimógenos, de extintores, gritos y desmayos.
Nada fuera de lo común para quien forma filas en la oposición a un gobierno que no va a permitir fácilmente que le tomen la sede del poder político (aplica ayer y hoy). Pero el (la) whitexican promedio que asiste a una marcha de protesta con miedo a que le roben el iPhone o a que la exposición prolongada al sol le provoque alguna afección cutánea, desde luego que no se va a acercar al callejón de los madrazos.
Y aquí es menester aludir al ‘bloque negro’ ese ‘raro’ grupo de provocadores profesionales que tienen años operando en este y otro tipo de manifestaciones, pero nadie sabe quiénes son ni de dónde vienen ni para dónde van.
Al gobierno federal le llevó menos de 24 horas generar un documento de 37 páginas para hacer una caracterización del movimiento Generación Z, ubicar las cuentas señeras del mismo, identificar personajes y empresas ligadas a la convocatoria; conseguir imágenes, audios, testimonios; descubrir inferencias, nodos, bots, financiamientos; exhibir a personas, y concluir que Fox, Calderón, Claudio X González y Ricardo Salinas, entre otros eran los autores intelectuales de la marcha. Del ‘Bloque Negro’ nada saben…
Reitero y subrayo: en esta batahola hay mucho de verdad y mucho de mentira; mucho de confusión e ingenuidad, y mucho de ganas de chingar al contrario por cualquier medio. De ambos lados.
Confusión, ingenuidad o ganas de chingar, no lo sé. Pero si tres de los ideólogos señeros del gobierno desbarran en la difusión de fake news o el escarnio miserable, da qué pensar. Fueron muchos más, claro, pero tres me hacen más ruido, porque se supone que son los intelectuales orgánicos de la 4T: Rafael Barajas, ‘El Fisgón’, comandante en jefe de la formación de cuadros morenistas se tragó entera y doblada un mensaje de una cuenta falsa del departamento de seguridad fronteriza de EEUU. Pedro Miguel, asesor de cabecera de Claudia Sheinbaum se burló de la abuela de Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan asesinado el pasado 1 de noviembre y que estaba presente en la marcha -en silla de ruedas- con un post en el que hacía mofa de los asistentes de la tercera edad a la marcha. El Monero Rapé lo secundó con un “Están más frescas las momias de Guanajuato”.
Colofón
La jornada del sábado fue de muchas enseñanzas. La primera es que hay demandas genuinas y legítimas de la sociedad mexicana que permanecen irresueltas por el gobierno.
La segunda es que la oposición padece de una superlativa orfandad ideológica y política tal, que tiene que acudir a una convocatoria de origen más bien raro, generada por una comunidad digital que se escindió desde un inicio y que además es inaprehensible tanto para el gobierno como para la oposición.
La Generación Z fue la convocante a una marcha a la que no acudieron, y personalmente me parece previsible. Esa generación puede dar de que hablar, políticamente, dentro de cinco o diez años pero hoy, al menos en México estaba quizás entretenida buscando el tesoro llamado ‘One Piece’ pero no en las calles ni en los madrazos, sino en las aventuras de sus odiseas digitales.
Lo que vimos en el zócalo de la Ciudad de México fue una reedición, chafa, de la ‘Marea Rosa’, que indiscutiblemente recoge demandas genuinas de sectores importantes de la población mexicana que, sin embargo, no son mayoritarios.
Por cierto, la Generación Z está convocando a otra marcha para el 20 de noviembre. Digan que se los dijo un loco, pero tal generación no se hará presente, como no lo hizo el sábado, porque está muy ocupada en sus propias prioridades.
¿Cuáles?, me preguntará el millennial lector, la baby boomer lectora, el chavorruco que no encuentra acomodo entre la generación X y que anda arrullando a sus nietos que ahora son la generación Alfa, esos y esas que nacieron del 2013 para acá y que quién sabe cómo vengan.
Ya llévame, diosito, mejor llévame a los 80-90 del siglo pasado, donde no estábamos bien, aunque decían que estábamos mal, no como ahora, que estamos bien, pero dicen que estamos mal…
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