Hermosillo 2027: Morena va por la capital
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Que me disculpen mis amigos americanistas, pero estuvo más intensa la sesión del pleno en el Congreso del Estado, que el partido de vuelta en el que se alzaron con el tricampeonato frente a un Monterrey de ‘pechos fríos’, con mucha nómina pero poca alma.
No demerito el triunfo del América, pero acá en Sonora la afición estuvo con las nalguitas en el filo de la butaca más atentos a la sesión en la que se aprobarían las leyes de ingresos de los 72 municipios, y con el ojo puesto en la de Hermosillo que, como era previsible fue goleada 28 a cinco.
Pero vayamos por partes, como dijo el desvalijador de Iztapalapa.
Resulta que por un ‘error involuntario’ el ayuntamiento de Hermosillo envió al Congreso un proyecto de Ley de Ingresos distinto al aprobado en Cabildo, por lo que el diputado David Figueroa presentó un voto particular rechazándolo, argumentando entre otras cosas que el documento incluía irregularidades e incrementos desproporcionados en multas que afectarían severamente a los hermosillenses.
Y ahí comenzó la rebambaramba, la danza húngara, el tuya, mía, te la presto, era suya y la dejó ir…
Como si de un partido entre el Real Madrid y Ferretería La Rumba se tratara, los diputados morenistas y sus aliados se fueron no solamente contra el dictamen, sino de manera salvaje contra el Toño Astiazarán, a quien poco faltó para que lo acusaran de ser el segundo tirador en el caso Colosio y el piloto del avión que se llevó al Mayo Zambada pal otro lado.
Pretendió engañar al Congreso, le quiere meter la mano al bolsillo de los hermosillenses con incrementos de impuestos y costos en servicios, quiere aumentar las tarifas de agua.
La oposición no sentía lo duro sino lo tupido. Emeterio Ochoa fue el más vehemente defensor desde la bancada del PRI, del voto a favor del dictamen aprobado por el Cabildo; Juan Pablo Arenivar, del PAN también trató, usando todos sus recursos de influencer youtubero, de salir lo mejor librado ante lo que se venía como una descomunal aplanadora.
Gaby Félix y Manuel Scott, de MC intentaron ser el llamado a la mesura, al piso parejo, al mismo rasero: si se cuestionan los baches en Hermosillo, también cuestionen los baches en las carreteras estatales, ejemplificaban para intentar convencer a los morenistas de no votar solo desde las filias y las fobias políticas.
Pero no hubo clemencia ni piedad. Era la oportunidad y el foro ideal para que los y las diputadas del oficialismo evidenciaran al alcalde de Hermosillo como un tramposo que se quiso aprovechar de la buena fe y la bonhomía de la mayoría morenista y afines para hacer pasar una ley de ingresos que solo buscaba masacrar la economía doméstica de los hermosillenses.
Y lo hicieron. Con sospechosa saña, que dio pie para malpensar -malpensada la gente- que a la única figura competitiva de la oposición rumbo a la sucesión gubernamental en 2027 habría que despedazarla desde ahorita.
Desfilaron en el uso de la voz, diputados y diputadas que se encargaron de tupirle al Toño Astiazarán. Los policías malos, pues. Luego salió el policía bueno, Omar del Valle Colosio, el presidente de la Cámara que además, como exsecretario de Hacienda estatal, conoce al dedillo datos y cifras, números y cuentas. No hay criterios políticos, sino técnicos para rechazar la propuesta del ayuntamiento. No se puede hablar de criterios políticos cuando el gobernador ha apoyado como nadie al municipio de Hermosillo, dijo.
Y para subrayar que no es nada personal ni político, ni electoral ni nada, le aprobaron al Toño la solicitud de un crédito por más de 200 mdp.
Tras conocer el resultado de la votación, el alcalde emitió un posicionamiento en el que dijo que al votar en contra del proyecto de ley de ingresos, los morenistas votaron contra la construcción de un cárcamo para Pueblitos y Villa Verde, “y dijeron que no a los 40 mil hermosillenses que viven con una discapacidad y que quieren ver materializada su meta con una unidd deportiva especialmente para ellos”.
Sostuvo que al anteponer la política, le dieron la espalda a una propuesta que mejoraría las finanzas del municipio y obras para las familias que más lo necesitan.
“Hermosillo no se detiene y aquí la transformación la hacemos juntos y se nota”, dijo.
II
Hay datos que documentan la argumentación de algunos diputados en el debate. Estos provienen del Semáforo de Movilidad Social (SMS), según el cual las estrategias encaminadas a mejorar la calidad de vida de la población de Sonora ha posibilitado que más de 245 mil personas dejen su condición de pobreza y 53 mil 800 superen la de pobreza extrema, esto entre 2020 y 2022.
El SMS es desarrollado por el Centro de Estudios espinosa Yglesias con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, que le otorga a Sonora una calificación de 51.4% a nivel nacional, siendo la segunda más alta en el país.
El impacto directo de los programas sociales en la calidad de vida de los sonorenses de todos los municipios fue medido por el CONEVAL y se detectó que la pobreza en el estado se redujo de 29.9% a 21,7% en ese periodo, mientras la pobreza extrema tuvo una reducción de 3.5% a 1.7%.
Estos datos son relevantes porque ilustran los distintos modelos de distribución presupuestal que finalmente son el telón de fondo del debate que se dio ayer en el Congreso del Estado, y que necesariamente están ligados a la oferta político electoral de las fuerzas representadas en la legislatura.
No hay manera de entender el debate legislativo sobre estos temas, fuera del contexto político, aunque la corrección política de algun@s legislador@s pretenda limarle esas aristas.
III
No voy a dedicar mucho espacio a la reaparición de Guillermo Padrés y su grupo de leales, porque ya está demasiado contaminado el ambiente de nota policiaca, como para concederle mayor atención a un grupo que se asemeja más a una célula del crimen organizado que a una corriente política.
En qué clase de crisis de liderazgos debe encontrarse el PAN para entusiasmarse con las arengas del hombre que acabó en seis años con el crecimiento sostenido que tuvo ese partido, al que debe reconocérsele su tenacidad para conquistar gradualmente y con base en muchos sacrificios los espacios de representación política en Cámaras y ayuntamientos hasta alcanzar la gubernatura en 2009.
No fue una sola batalla, ni un periodo corto, ni la lucha de un solo hombre lo que hizo posible la victoria del PAN en 2009. Atrás hubo una lucha de décadas y de muchos hombres y mujeres que dejaron lo mejor de sí en la multicitada brega de eternidad, para que en seis años, Padrés y su pandilla a la que él mismo aludió como ‘Huichos Domínguez’, hicieran cera y pabilo de las principales banderas que levantaba el PAN: la autoridad moral, la honestidad, la lucha contra la corrupción y el bien común.
Todo eso se convirtió en solo un sexenio, en una orgía de atracos, abusos, agandalles, excesos de todo tipo…Y bueno, después de 2015 no han vuelto a ver la suya y, quién lo diría, han tenido que agarrarse del PRI como quien se aferra a una tabla de salvación. Aunque en descargo hay que decir que el PRI ha hecho lo propio y ha tenido que apoyarse en el PAN para no naufragar del todo.
El caso es que la reunión que anunció el colega y amigo Gustavo Valenzuela sí se llevó a cabo, y en el rancho de Padrés se reunió con sus leales cosechando aplausos con sus arengas en las que mencionó a Alejandro López Caballero como aspirante a la candidatura por la alcaldía de Hermosillo y a Antonio Astiazarán para el gobierno del estado en 2027.
Por supuesto, los padrecistas tienen el derecho a buscar su regreso a las grandes ligas (de los fajos de billetes), pero a fuerza de ser claros, se encuentran seriamente diezmados y muchos de sus personeros ya emprendieron la graciosa huida hacia ‘el lado correcto de la historia’, esa atalaya desde la cual fustigan sin clemencia ni desgano al ‘corrupto prianismo’. Vaya cosa.
Honestamente, no sé qué tan políticamente redituable sea para el Toño Astiazarán, cobijarse con el manto del padrecismo para su eventual campaña a la gubernatura. Y también tengo serias dudas de que López Caballero sea un factor de unidad en el panismo.
En fin, como le dijo Andrea Bocelli a Stevie Wonder: ya veremos.
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