¿En política no hay amigos?

Arturo Soto Munguia /    2024-12-19
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Solo el tiempo dirá si las estrategias que se están desarrollando en el tablero de la adelantadísima sucesión gubernamental en Sonora tendrán resultados favorables para sus autores y operadores.

 

Cualquiera diría que Morena, con todo el poder que le da el control del aparato gubernamental estatal, con una presidencia de la República afín al proyecto de la 4T, con toda la representación en las cámaras federales y con una mayoría abrumadora e indiscutible en el Congreso local; con inalcanzable ventaja en la disposición de prerrogativas legales y metalegales, podría refrendar sus victorias electorales en 2027 a medio gas, caminando sobre la cancha, como se diría en el lenguaje futbolero.

 

No hay, a simple vista, una fuerza política que pudiera comprometer un resultado electoral favorable en el próximo proceso electoral; más aún, la oposición representada en el PRI y el PAN, o en lo que queda del PRD la están pasando mal. Quizás como nunca en la historia estos partidos enfrentan una crisis que los obliga a entrar en un profundo proceso de reflexión sobre la forma en que habrán de abordar el próximo reto que plantea la elección 2027.

 

El 2018 los mandó a la lona estrepitosamente; para 2021 decidieron marchar juntos para enfrentar el poder de una nueva fuerza política emergente, que apenas se presentó a la contienda en 2014 y en diez años conquistó la presidencia de la República y la mayoría calificada en ambas cámaras federales. En el Congreso local tienen una mayoría que ya quisiera el PRI para sus mejores e idos tiempos de gloria.

 

La alianza PRI-PAN-PRD obtuvo magros resultados en 2021 y en 2024 sus resultados fueron peores, al grado de que hoy se debaten en una disyuntiva entre mantener ese bloque opositor para seguir mínimamente vigentes en el escenario político, o explorar los caminos de una refundación que los reencuentre con sus bases electorales, yendo cada quien por su lado, con el riesgo latente de jugarse incluso su registro legal como partidos políticos.

 

En un escenario así, parecería desmesurada y hasta un acto de rudeza innecesaria la campaña que desde el oficialismo se ha desatado contra el alcalde de Hermosillo, Antonio Astiazarán, sobre quien evidentemente no habrá piedad ni tregua en los dos años por venir.

 

Hermosillo, la joya de la corona en materia electoral está en la mira de Morena y sus aliados que parecen dispuestos a no dejar un solo resquicio por donde se les cuele una nueva derrota en las urnas como las sufridas en 2021 cuando Célida López se quiso reelegir y perdió frente a Antonio Astiazarán, o la de 2024 cuando el Toño Astiazarán les repitió la dosis frente a una Dolores del Río que perdió extrañamente.

 

Extrañamente, digo, porque fue la única posición que perdió la alianza encabezada por Morena, ya que su contraparte del PRI-PAN-PRD no ganó un solo distrito, ni local ni federal.

 

Es claro que Morena va por todo y lo está dejando ver desde ahora, a casi tres años del 2027, pero en esa lanzada podría correr el riesgo de victimizar al que aparece como el único perfil competitivo de la oposición, y de hecho los últimos acontecimientos relacionados con el rechazo a la Ley de Ingresos del ayuntamiento de Hermosillo (la única que rechazaron en el Congreso) le dieron mucha visibilidad al alcalde.

 

El activismo que este ha desarrollado a partir de este hecho, arengando en las colonias contra los diputados de Morena y aliados estaría adelantando los tiempos de campaña (más) y afianzando su condición de líder de la oposición a Morena más allá del fundo legal del municipio de Hermosillo.

 

Insisto en que Morena, con todo el poder que concentra, no necesitaría mayores esfuerzos para conservar la gubernatura en 2027 y para reconquistar Hermosillo, que gobernó efímeramente entre 2018 y 2021, pero sus mentes brillantes han elegido ese camino.

 

Veremos en los próximos años cómo se mueven las piezas del ajedrez político en Sonora en esa partida que están jugando dos viejos amigos: Alfonso Durazo y Antonio Astiazarán.

 

 

 

II

 

Son mil 759 millones de pesos los que estarán destinados para el sector educativo en el próximo presupuesto estatal 2025, con lo que el gobernador Alfonso Durazo refrenda uno de los distintivos de su sexenio que ha resumido en una frase: “la transformación comienza en las aulas”.

 

Es común que en los eventos que encabeza durante sus giras de trabajo por todo el estado, relacionados con ese sector, el de Bavispe recuerde los avatares de su infancia y juventud; los esfuerzos de sus padres para enviar a su numerosa prole a formarse en la universidad, en su caso particular la UNAM, donde sus estudios no habrían sido posibles si no es por las becas a las que tuvo acceso.

 

Acaso por esas reminiscencias es que desde el inicio de su mandato puso el acento en el apoyo a la educación, comenzando por la creación del fondo de becas que en su primera edición contó con 400 mdp; actualmente supera los 800 millones y está proyectado para llegar a dos mil millones de pesos al término de su gobierno.

 

Así se han ido sumando otros programas de apoyo a estudiantes desde preescolar hasta la educación superior, para que cuenten con las herramientas necesarias para mejorar su aprovechamiento y evitar la deserción escolar, un rubro en el que el INEGI ha reconocido importantes avances.

 

Los mil 759 mdp destinados para educación el próximo año se invertirán en becas, uniformes escolares de buena calidad, útiles, tablets e infraestructura escolar digna, que se complementan con los recursos federales aplicados en la entrega de chips con internet para navegar, mensajes y llamadas, lo que facilita el acceso a la tecnología para el cumplimiento de tareas y proyectos escolares.

 

El presupuesto 2025 contempla 830 millones de pesos para becas, 300 millones para uniformes escolares -un programa que comenzó con algunos tropiezos logísticos, pero que fue relanzado desde que asumió la responsabilidad de sacarlo adelante el subsecretario de Administración de la SEC, Rodrigo Flores Hurtado-, 20 millones para la adquisición de tablets y otros 20 millones para útiles escolares.

 

Además se asignarán 549 mdp para infraestructura educativa y 40 millones más para el mantenimiento de planteles. Buen cierre de año y, con estos recursos, se avizora un mejor 2025.

 

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